Comienza una “VIDA NUEVA:” 2 Corintios 5.17
2 Corintios 5.17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Para muchos, cuando escuchamos este versículo, no comprendemos lo profundo que es y lo elevado de estas palabras nos pasa por alto.
La mayoría de las personas viven encadenadas. Viven encadenadas a malos pensamientos que desarrollan malos hábitos. No es de maravillarnos que muchas personas que han tocado fondo o cargan un gran sufrimiento, se acercan a Dios y a Cristo. ¿Porque hacemos esto? Porque queremos sanar nuestra alma y curar nuestro dolor.
Muchas personas han sufrido cosas que no merecían y esas cosas les ha endurecido el corazón. Ven los problemas como una maldición, se sienten malditas, condenados y no merecedores de felicidad, de paz, de abundancia y de prosperidad. Creen que como ya les ha sucedido, les va a suceder siempre. Su Fe esta al revés... Otras personas han hecho mal y herido a su hermano, a su esposa, a su amigo. Estas personas también cargan con cadenas de culpa y de remordimiento que disminuyen su estima propia y se rebajan a vivir una vida limitada; tampoco pueden vivir en plenitud. Estamos encadenados y debemos de romper esas cadenas. Lo más grave de todo es que estamos encadenados a puras mentiras. ¿Acaso somos nosotros los que controlamos el universo? Porque tanta seguridad en que no somos merecedores y que siempre nos va a ir mal? Porque como creemos en lo malo, no creemos en lo bueno?
Tanto la persona que hizo y como a la que le hicieron, cargan con lo mismo. Cuando una persona perdona a otra, el beneficio es para el agredido y no para el agresor... Es decir, cuando perdonamos a aquellos que nos han hecho mal, nuestra alma es la que se libera de las cadenas del resentimiento. Cuando la persona que nos ha hecho mal es muy cercana a nosotros, de nuestra propia familia, las cadenas de resentimiento son aún más pesadas por lo que el perdón cuesta más trabajo, es más profundo... Pero la liberación es mucho más poderosa, nos eleva a estados espirituales mucho mayores al dolor que llegamos a sentir. El perdón es una bendición para los que perdonan.
Pues bien, ya perdonamos y ya nos reconciliamos pero tenemos miedo de sufrir una vez más, tenemos miedo de que algo salga mal, como en el pasado. No podemos remediar el pasado y no tenemos garantía sobre el futuro pero si tenemos el presente. Pero estamos encadenados al miedo, a la decepción, a no ser suficientes, a no ser amados, a ser abandonados, a ser agredidos, a ser violados, a no tener trabajo, a ser asaltados, en fin, a cosas que hemos vivido o cosas que hemos visto a otras personas vivir.
Cuando la persona que sufre se entrega a Cristo y a Dios es para dejar de sufrir. Esta escrito que Dios nos bendice, nos restaura y nos da mucho más de lo que hemos perdido y sufrido... ¡Cada lagrima derramada es compensada 10 veces! pero seguimos encadenados al miedo, al temor, a la sospecha. ¿Porque? porque nos queda la duda? porque no conocemos realmente a Dios, creemos que es un Dios condenador, castigador o pequeño y no, Dios es un Dios enorme, todo poderoso, omnisciente y omnipresente.
Cuando nos entregamos a Cristo, nuevas criaturas somos, morimos al pasado y nacemos de nuevo. Muchos no entienden esto, se trata del espíritu, de nuestro espíritu... Jesus es la vida y la resurrección de nuestro espíritu que esta muerto, encadenado al miedo, a la duda, a la inseguridad, al abuso que sufrimos, a la maldición, a la condenación, al prejuicio, a la ira, a la envidia, al egoísmo, a la mentira, a la falta de perdón... Cuando nuestro espíritu resucita o nace de nuevo, muere a lo anterior, muere a todo aquello que nos hizo sufrir y rompe las cadenas de todo nuestro pasado... Un nuevo aire de esperanza invade nuestros corazones. Comenzamos a ver la verdad sobre la bondad de Dios en nuestras vidas, comenzamos a ver como nos ha sacado de todos nuestros problemas pero ahora lo sentimos y lo vemos con mucha más claridad.
Cuando creemos en El, regresa el jubilo de vivir y nos da y nos da y nos da y nos bendice en todo lo que hagamos. Eso no quiere decir que podamos dejar de trabajar, de hacer lo que hagamos, no, al contrario, pero si percibiremos que nuestra carga se aligera y que ¡las cosas nos salen con mucha más facilidad y abundancia!
Es hora de romper nuestras cadenas y de creer que hemos sido perdonados por Dios y que somos perfectamente merecedores de su favor, de su gracia y de sus bendiciones. No tenemos porque estar esperando que la vida nos atropelle, Cristo ya ha pagado ese precio por nosotros en la cruz, tengamos una actitud de Fe positiva, de expectativa que siempre nos ira bien, que todo lo que hagamos prosperará, que todo lo que emprendamos saldrá bien y que somos bendecidos en todos los sentidos. Aún las cosas malas y las cosas muy malas que nos puedan llegar a suceder, Dios ha prometido que las agarrara y convertirá en nuestro beneficio...
¿Quienes creen es ese Dios?
2 Corintios 5.17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Para muchos, cuando escuchamos este versículo, no comprendemos lo profundo que es y lo elevado de estas palabras nos pasa por alto.
La mayoría de las personas viven encadenadas. Viven encadenadas a malos pensamientos que desarrollan malos hábitos. No es de maravillarnos que muchas personas que han tocado fondo o cargan un gran sufrimiento, se acercan a Dios y a Cristo. ¿Porque hacemos esto? Porque queremos sanar nuestra alma y curar nuestro dolor.
Muchas personas han sufrido cosas que no merecían y esas cosas les ha endurecido el corazón. Ven los problemas como una maldición, se sienten malditas, condenados y no merecedores de felicidad, de paz, de abundancia y de prosperidad. Creen que como ya les ha sucedido, les va a suceder siempre. Su Fe esta al revés... Otras personas han hecho mal y herido a su hermano, a su esposa, a su amigo. Estas personas también cargan con cadenas de culpa y de remordimiento que disminuyen su estima propia y se rebajan a vivir una vida limitada; tampoco pueden vivir en plenitud. Estamos encadenados y debemos de romper esas cadenas. Lo más grave de todo es que estamos encadenados a puras mentiras. ¿Acaso somos nosotros los que controlamos el universo? Porque tanta seguridad en que no somos merecedores y que siempre nos va a ir mal? Porque como creemos en lo malo, no creemos en lo bueno?
Tanto la persona que hizo y como a la que le hicieron, cargan con lo mismo. Cuando una persona perdona a otra, el beneficio es para el agredido y no para el agresor... Es decir, cuando perdonamos a aquellos que nos han hecho mal, nuestra alma es la que se libera de las cadenas del resentimiento. Cuando la persona que nos ha hecho mal es muy cercana a nosotros, de nuestra propia familia, las cadenas de resentimiento son aún más pesadas por lo que el perdón cuesta más trabajo, es más profundo... Pero la liberación es mucho más poderosa, nos eleva a estados espirituales mucho mayores al dolor que llegamos a sentir. El perdón es una bendición para los que perdonan.
Pues bien, ya perdonamos y ya nos reconciliamos pero tenemos miedo de sufrir una vez más, tenemos miedo de que algo salga mal, como en el pasado. No podemos remediar el pasado y no tenemos garantía sobre el futuro pero si tenemos el presente. Pero estamos encadenados al miedo, a la decepción, a no ser suficientes, a no ser amados, a ser abandonados, a ser agredidos, a ser violados, a no tener trabajo, a ser asaltados, en fin, a cosas que hemos vivido o cosas que hemos visto a otras personas vivir.
Cuando la persona que sufre se entrega a Cristo y a Dios es para dejar de sufrir. Esta escrito que Dios nos bendice, nos restaura y nos da mucho más de lo que hemos perdido y sufrido... ¡Cada lagrima derramada es compensada 10 veces! pero seguimos encadenados al miedo, al temor, a la sospecha. ¿Porque? porque nos queda la duda? porque no conocemos realmente a Dios, creemos que es un Dios condenador, castigador o pequeño y no, Dios es un Dios enorme, todo poderoso, omnisciente y omnipresente.
Cuando nos entregamos a Cristo, nuevas criaturas somos, morimos al pasado y nacemos de nuevo. Muchos no entienden esto, se trata del espíritu, de nuestro espíritu... Jesus es la vida y la resurrección de nuestro espíritu que esta muerto, encadenado al miedo, a la duda, a la inseguridad, al abuso que sufrimos, a la maldición, a la condenación, al prejuicio, a la ira, a la envidia, al egoísmo, a la mentira, a la falta de perdón... Cuando nuestro espíritu resucita o nace de nuevo, muere a lo anterior, muere a todo aquello que nos hizo sufrir y rompe las cadenas de todo nuestro pasado... Un nuevo aire de esperanza invade nuestros corazones. Comenzamos a ver la verdad sobre la bondad de Dios en nuestras vidas, comenzamos a ver como nos ha sacado de todos nuestros problemas pero ahora lo sentimos y lo vemos con mucha más claridad.
Cuando creemos en El, regresa el jubilo de vivir y nos da y nos da y nos da y nos bendice en todo lo que hagamos. Eso no quiere decir que podamos dejar de trabajar, de hacer lo que hagamos, no, al contrario, pero si percibiremos que nuestra carga se aligera y que ¡las cosas nos salen con mucha más facilidad y abundancia!
Es hora de romper nuestras cadenas y de creer que hemos sido perdonados por Dios y que somos perfectamente merecedores de su favor, de su gracia y de sus bendiciones. No tenemos porque estar esperando que la vida nos atropelle, Cristo ya ha pagado ese precio por nosotros en la cruz, tengamos una actitud de Fe positiva, de expectativa que siempre nos ira bien, que todo lo que hagamos prosperará, que todo lo que emprendamos saldrá bien y que somos bendecidos en todos los sentidos. Aún las cosas malas y las cosas muy malas que nos puedan llegar a suceder, Dios ha prometido que las agarrara y convertirá en nuestro beneficio...
¿Quienes creen es ese Dios?
No hay comentarios:
Publicar un comentario