domingo, 10 de julio de 2011

¿Porque tanto problema...?


En el juego de la vida, a veces parece que las cosas están en contra nuestra. No tan solo eso a medida que crecemos, los problemas se incrementan en cantidad e importancia. Muchas personas cuando sentimos que nos esta “lloviendo sobre mojado”, tendemos a pensar que estamos siendo castigados. Que Dios es cruel en injusto con nosotros. Nada más lejos de la verdad. Los problemas son una señal de vida y tienen una razón de ser.

En la escritura viva dice: “Yo te purifique pero no como la plata, si no en el horno del sufrimiento”; Isa 48:10.

Esto nos enseña que es por medio del sufrimiento que nos perfeccionamos. Es decir, ¿como se adquiere la experiencia? como llegamos a la sabiduría? Como evolucionamos en cuerpo y espíritu? Que nos prepara para lo siguiente? La experiencia se adquiere por medio de la superación de los problemas y la sabiduría llega a nosotros cuando la experiencia no es suficiente. Cuando somos jóvenes, tendemos a creer que sabemos todo y que podemos con todo y normalmente rechazamos los consejos de los mayores, ya no decir de los ancianos a quienes no dedicamos tiempo. Es incalculable el sufrimiento que nos podemos ahorrar con la sabiduría detrás del consejo, pero esto no es posible hasta no haber adquirido la experiencia que viene por necedad. La experiencia es el resultado del buen juicio, que viene por la experiencia del mal juicio. ¿Cómo prevenimos un accidente automovilístico? Observando el camino a través del parabrisas del automóvil de enfrente. Lamentablemente muchos aprendemos esta lección de la manera difícil.

La palabra viviente lo dice así: “Jóvenes inexpertos, burlones y necios, ¿hasta cuando amaran la inexperiencia y hallaran placer en sus burlas y despreciaran el saber?” Proverbios 1:22.

Cuantas veces hemos escuchado el dicho “nadie experimenta en cabeza ajena”? La naturaleza humana parece ser así, es como cuando le decimos a un niño que no toque la banca pues tiene pintura fresca. Casi inevitablemente toca la banca. Si tan solo los problemas de un adulto fueran tan simples como una simple mancha de pintura.

A medida que crecemos, surgen problemas cada vez más complejos o multidimensionales que deben ser resueltos de igual manera. Una vez atrás, otros problemas surgen y después otros y así sucesivamente. Los problemas siempre van a  existir. Es un hecho de la vida y no los podemos evitar. Lo que si puedo afirmar con toda seguridad, es que si no se superan, los mismos problemas persistirán. En cambio si  los superamos, evolucionaremos y tendremos la oportunidad de prevenir os pasados y solucionar otros de mejor calidad o mayor complejidad. Podremos afirmar, ¡los problemas no tienen fin! Y es así, para la experiencia humana. Digamos que son la semilla que dará el fruto de la experimentación y sabiduría.

Bajo el orden preestablecido de las cosas, orden que hemos establecido los humanos, existe un gran riesgo de que los problemas nos acaben antes que los superemos. Hace no mucho tiempo conocí a un hombre con gran experiencia que lucho para superar los problemas inherentes a su negocio. Se esforzó empleando todo lo aprendido a lo largo de su vida. Sobra decir que nunca vio el fin del camino, nunca logro su sueño y su vida termino en la lucha.

SABIDURÍA Y EXPERIENCIA.

No es lo mismo sabiduría que experiencia. Sin minimizar el mérito a la experiencia, es de los seres humanos, de nuestros padres, de nuestros abuelos, de las personas más experimentadas. La sabiduría la escuchamos de sabios, de maestros, de profetas, de Jesús y de Dios. Es como hablar del cuerpo físico y del espíritu. La experiencia contiene la limitación humana. La sabiduría trasciende toda experiencia. La sabiduría es y fue antes de la experiencia. La gente de mayor edad, al llegar a los confines de su experiencia, se vierte al aprendizaje de la sabiduría para seguir evolucionando. Podríamos decir que la sabiduría viene por experiencia, pero también es antes que la experiencia, durante y después. ¿Porque la sabiduría es, a sido y siempre será? Porque es de Dios, es sobrenatural.

Los grandes lideres espirituales de este mundo han enseñado sabiduría, no experiencia. Buda, Confucio, El Dalai Lama, Deepak Chopra, Wayne W. Dyer, entre otros muchos, muchos maestros nos recuerdan el orden real de las cosas y es curioso como todos hacen referencia a la sabiduría original, a la sabiduría de Dios y Jesús Cristo. La sabiduría de Dios es perfecta en todo sentido y supera toda experiencia del hombre pues es sobrenatural. El hombre lidia con sus problemas, los supera y sigue adelante. La sabiduría previene, lidia y resuelve todo, en presente, pasado y futuro. Tiene que ver con lo físico y lo espiritual. Es robusta y agradable, es solo positiva, es divina y es fácil de emplear. Lo único que impide que los seres humanos la adopten, es la soberbia y la impaciencia.

En el libro de Proverbios, la escritura viviente lo explica así: “Tiene como propósito comunicar sabiduría e instrucción, ayudar a comprender palabras llenas de sentido, adquirir instrucción, prudencia, justicia, rectitud y equilibrio, hacer sagaces a los jóvenes inexpertos y darles conocimiento y reflección”. Prov 1: 2-4.

Tan solo el mencionar las palabras: Justicia, rectitud, reflexión y prudencia, ya hablan de algo mucho más profundo. Nosotros los humanos los conocemos como principios. Los principios son precisamente eso, son el principio; en este caso el principio de nuestro comportamiento, de nuestra conducta. Los principios divinos tienen el fin sellar nuestro camino con abundancia y el favor de Dios, desde el inicio. Pues la sabiduría de Dios es para que se cumpla su voluntad para con nosotros sus hijos, para que tengamos una vida prospera en todo sentido, llenos de salud y abundancia en espíritu y economía para lograr transcender la vida misma, cosa que la experiencia humana no puede lograr.

Es importante reflexionar que el resultado de nuestra falta de sabiduría nos ha traído las crisis económicas, las guerras, las hambrunas, la pobreza, las enfermedades, la violencia, la corrupción, la desintegración familiar, la adicción al alcohol u otras drogas, a adicción a comportamientos destructivos, la violencia familiar, la infidelidad, el divorcio, el trafico de drogas, la deforestación, la extinción de las especies, el suicidio, el homicidio, el genocidio, la represión, la rebelión, la alteración de los ecosistemas, el cambio climático, el hoyo en la capa de ozono y un sin fin de cosas más que solo parecen agravarse en lugar de solucionarse. Si no comenzamos a aceptar la falta de sabiduría en nuestras decisiones, bueno, es de creencia popular que “los humanos son la única especie capaz de su autodestrucción”.

¿Como solucionar problemas tan complejos? Todos podemos hacer algo, todos podemos poner nuestro grano de arena, ¿cómo? Iniciando por nosotros mismos, en nuestras decisiones concientizar primero que opinaría Dios? Que diría Jesús de nuestras decisiones? Estamos actuando con humildad? Justicia? Con verdad? Ponemos las necesidades en segundo termino? A quienes afectamos con nuestras decisiones? Vemos por el bien común? Perdonamos a los que nos ofenden? Damos de lo nuestro a los mas necesitados? Somos procuradores de la paz? Tenemos conciencia sobre nuestro planeta? Tenemos conciencia que todo es provisión de Dios? Tenemos conciencia que nos somos dueños de nada? Que tan solo somos administradores? Cuando nos vamos a dar cuenta que nada es nuestro? ¡Tan solo somos administradores de lo que Dios nos da!

Jesús vino al mundo a voltear los valores del hombre al revés. Pues vino a servir en lugar de a gobernar y sus enseñanzas contuvieron gran sabiduría. Los hebreos esperaban un Mesías fuerte y violento que los librara de la tiranía de los Romanos pero Jesús no fue ese tipo de Mesías. Jesús trajo enseñanzas de amor, compasión, con verdad y vino a liberar nuestras almas de la cárcel en la que nosotros mismos nos hemos metido. Nuestros pensamientos y comportamientos han obstaculizado las bendiciones de Dios para con nosotros, provocándonos carencia, pobreza, enfermedad, división entre nosotros, entre familias, cada vez más padres y madres solteras, riña entre padres e hijos y en general sobrevivir en lugar de vivir disfrutando de las bendiciones que Dios nos ha prometido.

La palabra viviente lo explica de la siguiente manera:

“Los discípulos discutieron sobre cual de ellos debía ser considerado el más importante. Jesús les dijo: Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos y a los jefes se les da el titulo de benefactores. Pero ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes debe hacerse como el más joven y el que manda tiene que hacerse como el que sirve”. Lucas 22:24-26.

Es interesante como los discípulos “discutieron” entre ellos por posiciones de poder. Riñeron entre ellos pues se sentían con derecho. Es importante que nos demos cuenta que toda provisión viene de Dios y para ser merecedor, primero nos tenemos que ser humildes.

La palabra viviente lo describe as: “Humíllense delante del Señor y El los enaltecerá,” Santiago 4:10.

En economía de problemas y decepciones, cuando comenzamos a ejercer nuestro derecho a tal o cual cosa, nos convertimos en jueces y ya hemos dado nuestro veredicto. Se nos olvida que la humildad viene antes que todo derecho y si nos concentramos primero en agradar a Dios, veremos el resultado de este principio divino y seremos libres principalmente de toda atadura de soberbia. Nuestra alma libre como es la promesa de Jesús más nuestro ego quedará sin poder sobre nosotros. ¿Acaso no es nuestro ego la razón de nuestros males?

Así pues, comencemos por pedir la sabiduría para comenzar a pensar y actuar sin egolatría ni soberbia. Siempre buscando en primer lugar lo que es agradable para Dios y así convertirnos en dignos hijos suyos, en mejores hombres y mujeres, en mejores esposos y esposas, en mejores padres, en mejores hermanos, en mejores amigos, en mejores consejeros, en mejores ciudadanos y mejores seres humanos. Comencemos por ser humildes, rectos, justos, actuemos con verdad, con compasión, con amor y siempre con la palabra de Dios, con la sabiduría divina que tiene promesa para con nosotros; hagamos nuestra parte con fe, cerremos la puerta al maligno, a los defectos, a la soberbia, al egoísmo, a la ira, a la injusticia, a la división entre las personas, a la infidelidad, a la violencia, a la mentira, a la pereza y así, evitar caer en nuestra propia trampa. Seamos como Dios quiere que seamos, felices, jubilosos, prósperos, sanos, que gocemos de sus bendiciones, de su gracia con la familia, con los amigos, que tengamos paz, que edifiquemos, que evolucionemos en cuerpo y espíritu, que demos fruto a nuestro tiempo y que nos demos cuenta que siempre ha estado, esta y estará con nosotros, en todo momento por muy difícil que sea la situación, que confiemos en El y que veamos el milagro de su reino en nuestras vidas, por fe, en el nombre de Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario