lunes, 31 de octubre de 2011

El Poder en tus palabras...


“Del fruto de su boca el hombre comerá el bien…” Proverbios 13:2

Hoy les quiero hablar del poder que tienen nuestras palabras. Es muy importante que cada día pongamos extremo cuidado con lo que afirmamos con nuestras bocas; con lo que decimos. Si queremos tener una vida de éxito y de bendiciones no podemos estar maldiciendo nuestras vidas. Muchos de nosotros prejuzgamos y criticamos a nuestra ciudad, a nuestros gobernantes, a nuestras parejas, a nuestros esposos(as), a nuestros hijos, a nuestros amigos, a las personas en general y nuestra situación en particular. Cuando los maldecimos, les deseamos el mal que nos causa discordia en un principio. No nos damos cuenta que en realidad estamos orando porque la situación no cambie. Por el contrario, si queremos que nuestra situación mejore, tenemos que comenzar por decretar lo positivo, tenemos que “bendecir” (bien-decir) con éxito nuestras vidas, tenemos que declarar que las cosas mejorarán, que tenemos el favor de Dios y que El aún esta en el trono y que lo que parece imposible para nosotros El le puede dar la vuelta sin importar las circunstancias.

¿Cuantas personas no conocemos que maldicen todo a su alrededor? Hablan mal de sus seres queridos, de sus esposas, esposos, amigos, maestros y de sus jefes… Muchos son los que hablan mal de sus padres. De seguro les digo, que lo que digan será realidad. No, por el contrario, debemos decretar lo bueno y no lo malo. Inclusive desde un punto de vista científico, si nosotros mal decimos nuestro entorno y a las personas que nos rodean, educamos a nuestras mentes a siempre estar buscando lo malo en todo y eso nos hace expertos en pesimismo. No, nuestra actitud debe ser la contraria, debemos buscar lo bueno en todo, meditándolo y decretándolo con nuestra boca: Si nuestra pareja nos deja decir: “Hay alguien mejor para mi; si nuestros padres se marchan, Dios ha dicho que aunque eso pase El nunca me abandonará, si no obtenemos ese trabajo es porque hay algo mejor para nosotros… Siempre, siempre, siempre, decretar lo bueno con nuestras bocas…

En el libro de Proverbios dice: “Cosecharemos el fruto de nuestras palabras…” Si hablamos de lo mal que esta nuestra relación, nuestro matrimonio, de que si los hijos no obedecen, de que si nuestro jefe nos trata mal, que si la economía esta muy mal, que si la violencia en nuestro país va de mal en peor, solamente estamos alimentando esos malos pensamientos y construimos un mundo negro en nuestros corazones. No, por el contrario, decretemos que nuestra relación se restaurará y que si no es así, es porque vendrá una mejor, que nuestro matrimonio renacerá, que nuestros hijos nos enorgullecerán, que Dios tiene en puerta un mejor trabajo para nosotros, que nuestra economía no depende de la crisis sino de ¡Dios quien es nuestro proveedor!

Conozco una persona que a ojos de los demás tiene todo. Una familia, un trabajo, dinero y salud. Pero en su mente, todo esta mal. No es suficiente lo que tiene, su familia no es como la que quisiera, su trabajo es injusto y sufre de varias enfermedades. Irremediablemente, esta persona vive esa realidad, vive en constante negatividad. En su mundo interno, vive en total carencia; carencia que otros verían como una bendición en sus vidas…

“El que menosprecia la palabra se arruinará…” Proverbios 13:13.

No desechen este simple principio. Toda situación por mala que sea puede ser vista por dos lados. Claro, muchas veces el dolor y la decepción son abrumadores, pero tengamos Fe que Dios esta en control de nuestras vidas y que El tiene el poder para revertirla. Muchos no sabemos porque nos suceden ciertas cosas, hasta que en el futuro sucede algo que da sentido al pasado. Y queramos o no, se cumplirán las promesas que Dios tiene para nosotros. Dios ha dicho que nuestras perdidas las pagará al doble… Dios es fiel y cumplirá todas sus promesas, lo único que necesitamos es Fe. Cada una de nuestras perdidas necesitan ser para dar paso a la restauración, a lo nuevo… son porque algo mejor esta en puerta. Nunca, en mis pocos años, he visto que una persona no recobre lo que ha perdido. Tal vez no de la manera que esperamos los seres humanos y esto es porque muchas veces lo que queremos no es lo que necesitamos y Dios sabe aun antes que nosotros nuestras necesidades. Si perdemos un padre, nos da otro en otra persona. Si perdemos un hijo, nos resarce de alguna manera. Si perdemos un trabajo, nace una empresa o una mejor oportunidad. Si perdemos nuestra casa, es porque Dios nos llevará a un lugar mejor.

Todo, absolutamente todo tiene una razón de ser. Cuando me enteré que mi padre sufría de un tipo de cáncer incurable y mortal, pensé que el mundo se me iba  acabar. Hicimos lo imposible por salvarle la vida pero era tiempo de que mi padre partiera. Todo el proceso hasta que mi padre subió con el Señor, fue una de las pruebas más fuertes que he tenido que superar. Pero tiempo después, me di cuenta que la perdida de mi padre me preparo para lo vendría más adelante. Ingenuamente, lo que me enseño fortaleza, paciencia y valor, fue su partida. Fortaleza, paciencia y valor que no tenía antes. Nunca hice conciencia de esa enseñanza hasta que se presento el momento indicado y solo entonces, pude pasar a otra etapa en mi vida. Muchas veces las cosas suceden para enseñarnos de lo que estamos hechos y podamos ejercerlo con seguridad en el futuro. De no haber sido por lo vivido en la muerte de mi padre, no sabría de lo que soy capaz. De ahí que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… “

“En la boca del insensato hay una vara para su espalda, pero a los sabios los protegen sus labios…” Proverbios 14:3

Desde tiempos antiguos, por medio de su palabra el ser humano ha decretado buenos y malos deseos a sus semejantes… Cuando decimos en la modalidad de chisme que nuestra pareja es infiel, lo “mal-decimos”. Por ignorancia decretamos aquello que tememos; es decir, utilizamos nuestra Fe a la inversa. Aunque no sea cierto, en nuestro mundo interno lo será y nos comportaremos tal cual. Al poco tiempo, nosotros mismos habremos atraído esa situación a nuestras vidas. Claro que hay otras situaciones que no es así. Pero es muy importante que siempre pensemos antes de hablar, nuestras palabras tienen el poder de cambiarlo todo.

“Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquellos para que la envíe”. Isaías 55:11

Hay un manera de decir cosas positivas de una forma negativa. Se cumplirá la negativa. Por ejemplo, si decimos: “No me quiero enfermar”, seguro que nos enfermamos. Es porque nuestro inconsciente o en El Reino de Dios, se escuchan 3 palabras: “me quiero enfermar” y una “no”. Por lógica se cumplirá lo que tiene mayor fuerza emocional. Es decir, tres palabras contra una, un “no”, aislado. Eso nos funcionará a la inversa. Si no queremos que algo nos suceda, afirmemos estrictamente lo contrario y con lenguaje congruente en lo positivo, en lugar de mandar señales encontradas. “No me quiero enfermar” manda señales en contra… Lo contrario en afirmativo sería, “estoy y estaré perfectamente sano”. Inclusive, esta probado científicamente que si sacamos de nuestro vocabulario palabras como miedo, “no puedo”, “no soy”, enfermedad, depresión, ansiedad, dolor, sufrimiento y cualquier palabra con poder negativo, no podrá manifestarse en nuestras vidas. Si no queremos que algo negativo nos suceda, tenemos que declarar en oración el resultado final. Y de ninguna manera, si quiera mencionar esa palabra que puede abrir la puerta a la posibilidad. Saquemos de nuestro vocabulario todas las palabras que tememos… De nuestro vocabulario y de nuestras mentes. Todas. Hagamos una lista y un ejercicio diario consciente de no repetirlas siquiera en nuestro pensamiento. Al principio nos contará trabajo, pero al cabo de un tiempo, nos será más fácil pensar positivamente.

En el libro de Job, versículo 3:25 dice: “El miedo que presentía , me ha sobrevenido, lo que me daba terror me ha acontecido”.

Cuando el doctor nos da un mal pronostico, tendemos a no pensar en nada más que en el mal que nos acontece. Y tendemos ha hablar de lo malo de la situación constantemente. Estamos alimentando lo negativo con gasolina de alto octanaje. Tenemos que acostumbrar a nuestras mentes a declarar lo contrario de manera positiva: “Tengo otro diagnostico y es lo que Dios dice que: que soy sano, que soy fuerte, que soy bendecido, que tengo Su favor y que El es mi sanador, El es mi proveedor.... encontremos y leamos en voz alta sus promesas. El corredor de bicicletas Louis Armstrong, al recibir el diagnostico de cáncer se propuso diariamente ser un hombre sano y no tan solo eso, sino que iba a ganar el Tour de Francia. Su decreto se volvió realidad varias veces y aún sigue con nosotros. Todos conocemos esa historia.

Cuando Jesús vivió como mortal en la tierra, al hacer sus milagros los decretaba con la boca. Y la gran mayoría de las veces, los demás la decretaban y El solo les decía: “Hágase conforme a tu Fe…”

Si tenemos esta actitud, la vida se nos hará más liviana, más hermosa. Las cosas comenzarán a mejorar pero para que eso suceda, tienen que mejorar primero en nuestras mentes. Tenemos que visualizar el punto donde queremos estar. Rodearnos de cosas de cómo queremos estar. Hablar como si ya lo hubiéramos recibido y dar gracias... Decir: “Dios Padre, gracias porque ( y decir en oración la promesa que corresponda a nuestra necesidad). ¿Por qué creen que la oración se llama así? Porque se refiere a orar en voz alta, no es tan solo en nuestras mentes, sino decretarlo con nuestra boca. Y por último nunca dejar de hacer algo en consecuencia. La Fe sin acción es una Fe muerta. No quedarnos con los cables pegados en lo negativo, No. Por el contrario, pensar incasablemente, como un niño soñar y pedirle a nuestro Padre que esta en el cielo, lo que queremos. De ahí, hacer algo, lo que sea, encaminados a eso que hemos solicitado...

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