En la otra cara de la moneda de las crisis estamos nosotros. Somos inocentes al pensar que no hemos tenido nada que ver pero tenemos que abrir los ojos y asumir nuestra responsabilidad; seamos honestos con nosotros mismos, hay que aceptar que hemos permitido y fomentado el abuso del sistema bancario, del gobierno, de nuestro vecino, de nuestro hermano… Muchos de nosotros podemos permanecer en negación, pero la verdad de las cosas es que hemos sido copartícipes… Y todo lo hemos hecho pensando en la posibilidad de no ser aceptados, inclusive, hasta por nuestras propias familias. Es muy cómodo para nosotros culpar a otros de nuestro destino, mas sin embargo en el fondo nosotros somos responsables…
Lamentablemente hemos permitido el acceso de las crisis a nuestras personas, a nuestro hogar siendo la ignorancia y debilidad nuestros cómplices. No es mi intención la falta de respeto, por el contrario, no estaría haciendo un servicio diluyendo la verdad. La inversa sería actuar con Sabiduría y Valor. Me gusta mucho lo que enseña la Oración de la Serenidad, que dice así: “Dios, danos la Serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, el Valor para cambiar las que si podemos y la Sabiduría para distinguir la diferencia”. ¿Bonita no? Con toda humildad y con el pasar del tiempo, en mi cabeza la he modificado y meditando en ella la pienso así: Primero Sabiduría, enseguida Valor y al final Serenidad.
Para emprender cualquier acción, para tomar cualquier decisión, necesitamos de la sabiduría... No podemos tomar desiciones sobre las rodillas, necesitamos saber las consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Es indispensable ante cualquier cosa, en un asunto personal, matrimonial, familiar, social, laboral, etc.
Hemos tocado muchas veces el tema de la sabiduría y su origen en la palabra de Dios. Y la seguiremos comentando hasta que se haga parte de nuestros seres. El hombre más sabio, rico y poderoso en tiempos bíblicos fue Salomón. Y lo fue pues cuando oro, no pidió cosas vanas si no sabiduría para saber gobernar. No hay mas que darle una hojeada a sus libros en la Biblia (Proverbios, Eclesiastés y Cantares), comenzando por los Proverbios. Me gusta mucho pues toca todos los temas, absolutamente todos, sobre los padres, sobre los hijos, sobre el matrimonio, sobre la fidelidad, sobre los hombres, sobre las mujeres, sobre los malos, sobre los buenos, sobre el dinero y sobre Dios; sobre absolutamente todo.
Esta escrito: “Dichos de Salomón, hijo de David, rey de Israel, que tienen como propósito: Comunicar sabiduría e instrucción, prudencia, justicia, rectitud y equilibrio; hacer sagaces a los jóvenes inexpertos y darles conocimiento y reflexión”. Proverbios 1:1-5.
Lo bello y lo mágico de la sabiduría es que se puede aplicar en pasado, presente y futuro. Debe ser aplicada para prevenir alguna situación, para hacerle frente y para resolverla... Existe un aliciente, una recompensa, un alivio inmediato cuando actuamos con sabiduría, un regalo de Dios: La Paz. Cuando resolvemos con sabiduría, cuando hacemos lo correcto, cuando actuamos con verdad, cuando vemos con otros ojos la realidad de las cosas y entonces resolvemos, inmediatamente sentimos nuestros corazones en Paz; inclusive hasta un poco de jubilo. La sabiduría comienza por honrar a Dios:
“La sabiduría comienza por honrar al Señor; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción”. Proverbios 1:7
En segundo lugar apliquemos el Valor. El valor que nos enseña la palabra de Dios, no es el mismo valor que enseña el hombre. El valor el hombre lo ha utilizado para dominar a los demás… el valor divino y fuerza real es para dominarse a uno mismo, para no flaquear, para no caer preso de nuestras debilidades, de nuestros defectos de carácter, de nuestros pecados. Pedimos valor para no tener miedo, para no paralizarnos, para no desviarnos del camino, para ser rectos, fuertes, para ser del agrado de Dios. El Valor real proviene de Dios, la fortaleza que proporciona es espiritual. Es increíble lo que podemos lograr con valor. El valor nos ayuda a lidiar con el miedo; el valor nos da la fuerza para cumplir con nuestras metas… El valor es aquello que necesitamos para comprometernos con cualquier cosa, ya sea en el matrimonio, en un noviazgo, un trabajo, una dieta, una rutina de ejercicio, etc. El valor lo necesitamos para todo. Muchos tenemos la capacidad de comenzar las cosas pero pocos tenemos el valor para terminarlas. La Sabiduría y el Valor juntos pueden lograr cosas fuera de este mundo. Las personas que parecen tenerlo todo, familia, trabajo, diversión, riqueza, tienen estas características.
Esta escrito: “Porque el calor del oro se prueba en el fuego y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento”. Eclesiástico (Sirácida) 2:5
Esencial para cerrar el candado de la prosperidad por decirlo de alguna manera, es la Serenidad. La serenidad no es paz. La serenidad es la capacidad de permanecer en paz. La serenidad nos hace mantener un estado de ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más adversas, esto es sin exaltarse o enojarse, sin perder la razón. Podemos emprender cualquier cosa con Sabiduría y Valor pero sin la serenidad, es más difícil llegar hasta el final. ¿Qué es más importante? Iniciar las cosas o mantenernos en el camino? De que sirve iniciar si al final vamos a flaquear? Cuando interrumpimos nuestro destino divino por falta de valor, caemos más bajo que cuando comenzamos. Las personas que se someten a dietas y las interrumpen, suben más de peso que en un inicio; aquellos en programas de recuperación por el consumo de drogas, recaen mucho más fuerte que cuando iniciaron su recuperación. La serenidad nos ayuda mantenernos tranquilos a lo largo del camino.
En es momentos de falta de serenidad cuando suceden las tragedias, donde cambia de curso la historia. La sabiduría nos enseña a no llegar a ese punto de ebullición… El Valor nos acompaña en el momento de tribulación, que de llegar, la serenidad nos mantiene firmes hasta el final, uniendo los tres poderes. Es así como las crisis ven su fin. Es así como se construye una relación, un matrimonio, una familia, un proyecto…
Esta escrito: “Por eso, mis esfuerzos se enderezarán en el futuro a asegurar a todos los hombres un reino tranquilo y pacifico”. Ester (dc) 8:20.
La unión de los tres valores, de los tres poderes divinos tienen la capacidad de lograrlo todo. Es hora de crecer como los seres que a Dios agradan. Crezcamos viendo y siendo testigos del favor de Dios en nuestras vidas. Este favor, esta gracia, llega a nuestras vidas mediante esta conducta. No hay manera de fallar. Son las malas maneras y los atajos los que nos alejan del poder de Dios, es muy simple realmente, es como si nos saliéramos de la red de su protección. Dios mismo ya nos ha otorgado estos dones divinos, es solo cuestión de reconocerlos, de recordarlos, de emplearlos y de ver el favor de Dios en nuestras vidas.
Por ultimo, me gustaría mencionar que existe un principio que mantiene estos tres poderes juntos: la Fe.
Hasta la próxima...
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